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diariodeunavampiresanovata

¡Oh, sí, sí! Mmmmmmm... Aquel pimpollo sí que tenía que estar bueno. Delicioso como un pastelito, exquisito como un bollo relleno. ¡Que sí, que sí! Que ya me parecía estar saboreando la mermelada del interior escurriéndose suavemente entre mis labios. Tibia (lejos de la sangre de esquimal que me había zapateado la Alcaldesa). Color fresón de Palos, dulcemente ácido. Un apetitoso postre de confitería.

 

Mmmmmmmmm... Mmmmmmmmm...

 

¡PERO NO! No podía hacerlo. Tenía que resistirme a la atracción que su cálida piel ejercía sobre mi, ¡había que evitar a toda costa cargarse a un humano!. Bueno, había que evitar cargarse a aquel humano. Con las lagartas roba-novios tal vez hiciese la vista gorda (aún tenía que decidirlo), pero el pazguato de la puerta no formaba parte de mi lista de agravios personales: jamás se había restregado con el Charly en una furgoneta, nunca había bailado ombligo con ombligo con mi novio y desde luego, no me había convertido en vampiresa sin permitirme siquiera un rasurado rápido. Así que, como hasta ahora se estaba portando bien, tenía que alejar de mi mente nutrirme de aquella tentación vestida de fiesta.

 

Porque ésa era otra. Su traje me ponía y no era capaz de quitármelo de la cabeza. Por mucho que le quedase grande, por mucho que siempre hubiese gritado a los cuatro vientos, que a mi los tíos, mejor cuanto más emos (que no homos, que también hay que “frungir”), desde aquí lo admito públicamente: me ponen los trajes. ¡Que sí!, anonadados Siervos de la Noche, ME PONEN LOS TÍOS DE ETIQUETA.

 

Y me sería muy fácil achacarle ésta inclinación, tan alejada de mi adorado pelo-pincho-lamido, a la lectura y relectura intensiva del clásico: “Mr. Darcy, Vampiro” (mucho más interesante que “Orgullo y Prejuicio y zombis”, ¡dónde va a parar!). Sin embargo no me esconderé tras una excusa tan burda. A vosotros os debo sinceridad:

 

Soy una CURSI, una ÑOÑA de cuidado. Soy más REPIPÍ que la fiesta de 15 de Barbie Malibú.

 

He intentado corregirme desde que ingresé en las tristes filas de la EMOtividad, pero me encantan los vaporosos vestiditos de época ¡BLANCOS! y un fulano con chaqué y camisa de cuello alto atado por un pañuelo me alegra la mañana (más que) (tanto como) casi tanto como un cruasán a la plancha.

 

Es cierto. No lo puedo remediar. Me pierden los estirados caballeros británicos que andan como si tuviesen un palo metido en el culo y se hubiesen tragado una percha, todo al mismo tiempo y sin protestar. Vamos, que para mi, si el Edward torturado del s.XXI está bueno (Volvo incluido), un Edward torturado del s.XIX, está infinitamente mejor. ¡Y eso sólo con cambiar la “I” de sitio!.

 

Así que, llamadme “Deshonra de los Siervos de la Noche”, si queréis, pero lo cierto es que la copia barata de Mr. Rochester que estaba apostada en la entrada me atraía en más de un sentido. A pesar de lo enamoradísima que estoy de mi McGyver, a pesar de lanzarme a la boca del lobo por él, mis nuevos instintos vampíricos y otros más humanos y hormonales me sugerían que mordisquearle el cuello al portero no era tan mala idea. En absoluto. Para nada.

 

A fin de cuentas, tampoco es que esté saliendo con el albondiguilla... al menos técnicamente.", reflexionaba yo, "En ningún momento me lo ha pedido formalmente, más bien, le han bastado unos cuantos besuqueos ejecutados con destreza para imaginárselo él solito. Además la última bronca que me echó por teléfono podría considerarse una razón suficiente para tomarnos un tiempo. Eso sin tener en cuenta que, en breve, me piraré de la ciudad y no es sano guardarle la ausencia al Jonhy para toda la eternidad. Porque una puede estar muy enamorada, pero ¡no está MUERTA!... bueno, ¡no está muerta DEL TODO!... Aunque de torcerse las cosas ante el Consejo, quizás acabe como una aceituna en un montadito, sólo que ensartada con un palillo gigante.”

 

 

Y ya estaba a un paso de decidir que me merecía un homenaje chiquitín, como última voluntad previa al juicio en el que se me podía declarar rea de muerte, cuando recordé que, bueno, no estaba bien chuparle la sangre a un chico, por mucho que me resultase tan apetecible como una hermosota berlinesa (y que quede claro que me refiero al pastelillo, no a la Merkel en bañador, que ella no es de Berlín, sino de Hamburgo).

 

Total que, con mis bajas pasiones dominadas de momento y sin saber cuanto tiempo pasaría antes de volver a desear hincarle el diente a un atractivo caballero victoriano (o a algo que se le pareciese), me apresuré a desgarrar el cierre de seguridad de una de las bolsitas y me mandé un pelotazo de sangre al más puro estilo del oeste. O sea, de golpe y sin respirar, que tampoco es que lo necesitase.

 

-...grrrrRRRRRREEEEEEEEEeee -un eructo involuntario coronó la hazaña.

 

¿Qué decir de aquel momento? Pues que Clint se hubiese sentido orgulloso de mi... o quizás le hubiese dado un poco de asquito (que sería lo más problable). Pero el caso es que era necesario tragarse los dos litros para salvar a mi albondiguilla (¡valiente y altruista que es una!) y, al menos, el primero ya estaba en el estómago.

 

Cierto, Siervos de la Noche, que exceptuando las mencionadas muestras de agradecimiento de mis tripas, tampoco es que notase yo ninguna mejoría visible o algún otro tipo de efecto que me incentivase a seguir con la segunda bolsa (ni a volver a alimentarme en toda mi no-vida). Por eso mismo y porque en ese preciso momento comenzaba a girar la manilla de la puerta del despacho, guardé el resto de la sangre dentro de mi cazadora cerrada y me dispuse a parecer la vampiresa más sana y vital que hubiese visto la Alcaldesa en su larga existencia.

 

-¿Has acabado? -preguntó ella mirándome a la cara con aire escrutador- ¿Todo?

6 comentarios

Jessi -

Sí, sí, sí, querida Rubi, tienes toda la razón, nos han visto la cara durante muchísimos años. Particularmente, opino que todo esto se trata de una sucia estrategia de los vampiros para llegarnos al corazoncito, tocar nuestro instinto maternal, y dejarnos locas por sus huesos... ¡Claro! Luego siempre hay alguna estúpida, como esta pobre Sierva de la Noche, que cae en la trampa y, por amor a un chupasangres, acaba convertida en un renegado ser del inframundo... Ainssss...


Sin embargo a mi no me gusta andar con fingimientos. Por mi parte, como soy honesta (bien que me conoces, Sierva de la Noche) siempre haré honor a la verdad: ansias de beber sangre todavía no las he sentido. Otra cosa fue el deseo de mordisquear el tierno cuello del portero del WoW, pero en eso creo que influían factores menos sobrenaturales y más carnales.


En cuanto a lo de mi aspecto físico, ya que estamos hablando desde la sinceridad, te reconoceré que ha sido más decepcionante que la depilación foto-eléctrica. ¡Así de claro!.

Por eso mismo, amiguísima Rubi, te voy a pedir que, hasta que me vea capaz de hablar del tema, no mencionemos el asunto. Y es que hay cosas que necesitan tiempo para ser digeridas, incluso para una persona sin complejos como yo.

La Jessi

Rubi -

Mira como nos han visto la cara en los cuentos y pensar que no es tan dificil que bueno que tenemos a alguien como tu siendo tan honesta con tu nueva forma de vida

Pero de alguna manera el alimentarte te hizo ver mas bonita o no? y no me refiero a que tu fisico haya cambiado si no al hecho de que te veas como recien maquillada y esas cosas con pelo perfecto y asi

cuentanos!!!!!!!!!!!

Jessi -

Síp, bueno, queridísima Rubi, en realidad, me resulta bastante fácil dominarme: la sangre sabe a rayos.

Con lo que tampoco le des mucho valor al autocontrol de Edward-Stefan-Carlisle, porque yo no lo veo para tanto. Si no, a cuento de qué Edward es capaz de parar de beber de su heroína-Bella o Stefan, capaz de ponerse a dieta de sangre humana con tanta facilidad (que a mi las dietas de bollería industrial me costaban muchísimo más).

En fin, que antes, cuando no sabía cómo iba esto, me tragaba el cuento entero, pero ahora que un vampiro cortito de miras me ha convertido, empiezo a pensar que estos chupasangres son un poco exagerados. Porque, si yo soy una neófita y no lo llevo tan mal, ellos que son unos veteranos tienen que estar más que acostumbrados. ¡Que no me vengan con historias!

Así que si estás pensando en beneficiarte de un vampiro, yo casi te aconsejaría un no-muerto con menos tendencia al teatro, por ejemplo, un Damon recién salido de la ducha (que ha demostrado sobradamente su autocontrol sobre la sangre) o un Klaus de etiqueta (que de además recordar a los caballeros del s.XIX, te hace unos retratos divinos).

Yo por mi parte, como todavía no me veo capaz de controlar una relación con un humano (léase el albondiguilla), tendré que limitarme al género murcielaguil. De ahí que, amiga Rubi, me vea abocada a aprovecharme de todos y cada uno de ellos.


La Jessi (sufrida y vampiresa).

Rubi -

Me imagino que ha de a ver sido muy duro no poder tomar un probadita de sangre tibia lo haces muy bien a pesar de ser una neofita (super fan de crepusculo)

Me asombre tu compasion por los humanos Mira que eres una autentica Edward/stefan/carlisle

Espero tu proximo aporte con ansias
Tu sierva de la noche Rubi

Jessi -

Queridísima Sierva blablabla:

Al contrario que con mis filias victorianas, no me da vergüenza admitir, que a mi también me ponen los motoristas. Pero, amiga Sara, no de cualquier tipo de moto.
Los de scooters son demasiado inmaduros para mi y los de Harleys suelen venir con "barril" de serie. Así que yo me inclino por los de deportivas, que aunque son motos con un asiento más incómodo, te ofrecen la ventaja de dejarte caer sobre las fornidas espaldas del conductor, sin que por ello parezcas una sobona.

¡Y qué bien le queda a un tío una chaqueta de cuero ceñidita! Madre, madre, madre... Pero una chaqueta de cuero de cuello mao, ¡eh!. Mejor que un cuello vuelto, mejor que las solapas de rockabilly, a falta del pañuelo y camisas del s.XIX, ¡el cuello mao es lo más!.

Y ya no hablemos si, además, el individuo en cuestión viste los vaqueros con dignidad tanto por delante como por detrás. Entonces, afortunada Sierva de la Noche, ¡entonces! engánchatele a una de sus patitas y no lo dejes escapar, porque ,si esperas a que te salga "dulce y adorable", vas apaña'. Que en lo que a mi triste experiencia respecta (tú bien la conoces), ninguno de los hombres de mi vida ha resultado ser un derroche de sensibilidad.

La Jessi.

Sara -

Pues si que podrias haberle dado un mordisquito de nada al pimpollo en cuestion, solo por provar...y si encima te pone pues mejor, a mi me gustan tipo motorista grandes y fuertes pero que en el fondo sean dulces y adorables ¡¡¡ja!!! todo eso esta en mis sueños claro, en fin dejemos de hablar de mi que me enrrollo y me conozco.

Esperando a ver que hace ahora la bru...quiero decir Titina, no nos tengas en ascuas demasiado tiempo.

Tu Sierva bla bla bla...