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diariodeunavampiresanovata

¡Por Dios!, ¡cómo podía sonar tan absolutamente cariñosa con la de jugarretas que me había hecho!

-Mira, Vane – yo también se poner voz melosa – ¿Estás en casa?
-Nooooooooo – aulló desde el otro lado del teléfono - ¡essshhhtoy de marssssha con Chargly y unos "amigossssshhhuyos"!

¡Así que volvía a estar detrás de Charly (mi ex, su ex, nuestro ex)!. ¡Borracha y facilona!. ¡Vaya!, ¿trabajan también las brujas en fin de semana?. Sin duda (y esto, suspicaces siervos de la noche, no son celos).

-Necesitaba que me hicieses un favor.
-¿Shhhhiiii? - ¡jo-derrr! no podía intentar siquiera disimular la alegría.
-El Jonhy y yo hemos subido al cementerio donde está mi abuelo y no tenemos cómo bajar de aquí.
-Prffffff, Juajuajua. ¡¿Eshh esha tu forgma de divergtirgte?! Juajuajua.

Brrrrrrrrrr. ¡Cómo la odio!.¡La odio, la odio y la odio!, ¿por qué no me habría cogido el teléfono cualquier otro?.
Charly evidentemente estaba ocupado. ¡Subnormal!. Siempre detrás de las primeras tetas que se le ponían cómodamente a tiro. ¡Puaj!, ¡qué asco daba!. No se ni como había podido estar saliendo con él.
Cuando Vane lo trajo al grupo me pareció un chico muy majo, que sufría nuestras largas horas de ensayo (sólo tocamos las chicas) para estar al lado de su novia. Con Dani y Borja había pasado lo mismo. Ellos acababan de empezar con Ana y Sheila respectivamente, cuando un buen día mis amigas les sugirieron que imitasen al novio de Vane y se pasasen por el garaje donde practicamos los sábados por la mañana. Desde entonces nos ayudan a transportar los trastos, a montar el escenario, los altavoces y a conseguir pequeños contratos por acá y por allá. Son unos tíos legales,  Dani y Borja, quiero decir... Charly es un pedazo de cabrón... Pero eso ya es agua pasada, porque además ahora he encontrado a Ervigio.

-Sí, así me lo paso yo bomba – mi voz había olvidado de pronto como ser amorosa – Mira, ¿puedes traer la furgoneta?.
-Shí, ¡hip! - la risa (y el vodka negro probablemente) le habían provocado el hipo – la usssshhé para bajarg al centrgo.
-Bueno, – su merluza prometía ser mayor de lo que me había parecido inicialmente – quizás sería mejor que le dieses las llaves a Charly y que nos buscase él – palabra que era sólo por seguridad.
-Ya, ¡lissssshhhhhhhtilla!, ¡qué mássshhh quisiergash tú! - borracha era todavía más insoportable – Rgoba novioshh... Shi va él, voy io.

Claaaroooo, lapa gigante, síguelo bien pegada a su rabo. Tienes suerte de que sea una emo que sufre y se lame en silencio las llagas de su malherido corazón. De no haber nacido yo tan sensible y emotiva, ya habría barrido las aceras con tu preciosa melena rubia y habría pateado ese lindo culito respingón hasta dejarlo como el de un babuino.

-Haz como quieras – mejor tratarla con la indiferencia de un ser superior – Os esperamos en la puerta. Venid volando...

Y presioné la tecla roja con toda la rabia que pude transmitirle a mi dedo gordo.

-... si es que hay escobas biplaza.

Me quedé mirando como se iba desvaneciendo la luz en la pantalla del Nokia mientras mi mente disfrutaba un rato con violencia gratuita, mechones de pelo arrancados y bambú bajo las uñas.
-Entonces, Vane puede venir, ¿no?. - detrás de mi, la voz de Jonhy rompió el silencio.
-Sí, vienen ella y "su" Charly A-DO-RA-DO.
-Ya... - el tono sonó triste y cansado – Quizás... quizás no deberíamos llevarnos al vampiro. En el fondo, eso de la vida eterna no mola. Podríamos dejarlo aquí en una tumba y salir pitando en la furgoneta. Aún está débil y no creo que pudiese seguirnos.

Empecé a girarme lentamente para tener una mejor visión de mi compañero de andanzas y allí estaban los dos: mi futuro amante y mi mejor amigo. Uno junto al otro. Ervigio, como un escarabajo patatero, intentando incorporarse al tiempo que asentía vehemente con su cabeza y mi pelo-pincho-lamido favorito (por cierto, obra maestra de la peluquería) con la cerviz baja buscando hormigas en el suelo.

¿Qué decisión tomar?, ¿qué debía hacer yo?, ¿qué?...

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