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diariodeunavampiresanovata

¿Sólo "coño"?, ¿así mueren los vampiros?, ¿haciendo una referencia tan poco glamourosa hacia los genitales femeninos?. En fin... Que no cabe duda de que era todo un detalle que Ervigio me hubiese dedicado su último pensamiento (¿a qué otros coños podía aspirar?), pero no pasaba nada por currárselo un poquito más:

 

Siento dejar este mundo

sin catar a la hija del Facundo.

 

Y ya seeeeeee, que mi padre no es el tal Facundo (o eso dice mi señora madre) y que la rima no es original. ¡Lo se!. Pero bueno, al menos hubiese sido un intento de "dejar este mundo, sin parecer un guarro inverecundo" (y por si hay dudas, lo de "inverecundo" lo he tenido que buscar en el diccionario).

 

En fin, que Ervigio no había dicho "arrrgggg", que en su lugar había soltado un "coño" sorpresivo, pero que al fin y al cabo eso significaba que ya la había espichado y que yo me había convertido en desconsolada viuda. Total, que guardé un segundo de silencio por su alma (Descanse En Paz) y finalmente me aventuré con timidez a abrir un ojo para ver cuan grande era el descalabro formado mientras me había mantenido visualmente al margen de la acción.

 

-¡¿No lo has matado?! -pues no, no lo había matado.

-No lo he matado -efectivamente, no lo había matado.

-¿Y por qué no lo has matado? -ésa era la pregunta ¿por qué no lo había matado?.

-Porque muerto no nos sirve de nada y atado aún puede resultar de utilidad.

 

¡Menuda estupidez!, ¡¿no se veía claramente que Ervigio era un completo inútil?! Había perdido a la vamperra, había fallado en su ataque contra el Jonhy y no se trataba de un individuo difícil de capturar, precisamente... En definitiva y, por mucho que mantuviesemos una relación sentimental, tenía que reconocer que como chupasangres resultaba más peligroso un mosquito que mi incompetente novio vampiro, sin embargo quien te decía a ti que no acabase con nosotros, siquiera por casualidad.

 

-Creo que debes cargártelo... -súbitamente la ratilla voladora salió del atontamiento en que lo había sumido el estacazo en el colodrillo y me clavó sus lánguidos ojitos-... ¡y sabes que lo amo con locura!... -añadí devolviéndole tiernamente la mirada-... ,pero antes casi te mata y ¿qué cojones ganamos manteniéndolo vivo?.

 

El albondiguilla, quien en ese preciso momento estaba atándole muñecas y tobillos, se detuvo para palparse el trasero justo donde unos minutos antes yo le había incrustado una bala calibre 30-06. Después se tomó su tiempo para soltar un sentido y prolongado quejido y finalmente me respondió.

 

-Tú también casi me matas y, ahora mismo, la única utilidad que le encuentro a ese cerebro calenturiento es canjearlo por un próspero y fructífero acuerdo de paz con Sir Thomas. ¿Cómo lo ves?.

 

Evidentemente, mal. Mi disparo había sido un fatídico error totalmente justificable. Un intento de detener a mi adorable (y lunática) ratilla voladora sin dañar la integridad física del albondiguilla. ¿Que había resultado un fracaso? Tampoco lo niego, pero ¿acaso debía haber dejado que, en plena enajenación mental, Ervigio le abriese el melón al Jonhy? Por lo que acaba de escuchar, SÍ. Aunque ése era un error que se podía subsanar fácilmente...

 

-Apuntando la Enmarronadora un pelo más arriba, veo que esas calenturientas ideas tuyas de establecer un acuerdo de paz con Sir Thomas podrían acabar ahora como el Universo, en expansión. -y aprovechando que MacGyver me miraba acojonado, levanté mi mano izquierda en forma de pistola y le solté a lo Clint Eastwood- Big!... Bang!...

 

Jua, jua, jua... ¡Qué gracia!, ¡qué chascarillo tan bien traído! Big! Bang!, Universo, Big-Bang. Jua, jua, jua... Lamentablemente mi pelo-pincho-lamido no tenía un sentido del humor tan finamente desarrollado como el mío y en lugar de partirse el culo (cierto que de eso ya me había encargado yo antes), se estaba tomando en serio la frase y había comenzado justificarse, jurándome y perjurándome que nunca había pasado por su cabeza entregarme al Alcalde (¡menuda novedad!, si está loco por mis huesos) y que había buenas razones para mantener con no-muerte al pobre Ervigio.

 

-Tal vez él conozca cuál es el punto débil de Sir Thomas o puede que sepa si existe otro vampiro al que el Alcalde debe rendir cuentas o simplemente podremos usar en nuestra defensa el hecho de que lo hayamos dejado vivo.

 

Ver a mi albondiguilla estresado ante la posibilidad de que le volase el cerebelo me pareció curioso. ¡¿Cómo iba yo a hacer eso?!, ¡si era mi mejor amigo!. ¡¿Acaso se creía que estaba loca?!. Sin embargo comenzaba a disfrutar de la sensación de poder que la Enmarronadora ejercía sobre el Jonhy. Así que resolví no sacarle de su error hasta que al menos me hubiese recreado un poco más en mi look de Jessi, la Sucia, o en su defecto pudiese soltar alguno de los diálogos del Sargento de Hierro.

 

Y ya estaba yo a punto de lapidar a mi estúpido MacGyver con un contundente "Como alambre de espinos, meo napalm" y mis pedos derriten el acero (esto último de cosecha propia), cuando, por desgracia, otro tímido "frush, frush" llamó nuestra atención.

 

Un silencio tenso se apoderó de aquella estampa surrealista. Ervigio clavó sus ojillos aterrorizados en el Jonhy (seguía sin entender que el líder de la manada era yo, ¡YO!), el Jonhy me miró entonces haciéndome señas para que preparase la escopeta y me mantuviese alerta y a mi me tocó vigilar el matorral de turno como si de él fuese a surgir Godzilla.

 

¡Que por poder, podía! Habíamos liado tanto barullo (2 disparos, varios berrinches y un aspersor de sangre edulcorada) que de allí podía salir, Titina, Sir Thomas, Marujita Díaz en sujetador de cocos, Godzilla haciendo bolos por la zona, el Conde Drácula de vaciones para curar el reuma, o sencillamente los payasos de la tele indagando en plan cotilla "¿Cómo están ustedeeeeesssssssssssssss?".

 

 

¡Joder! Pues mal, andamos mal. ¿No se nos ve?. Andamos mal. ¿Es que tan bien disimulamos?.

 

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