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diariodeunavampiresanovata



-Me estoy dejando pelada como un beb¡hip!... Jijiji... JUAJUAJUAJUA...

 

Quizás la situación no era realmente graciosa, pero la melopea había entrado en su fase hora-feliz con lo que mostrarle mis intimidades al Jonhy, aunque debería, no me avergonzaba lo más mínimo. Por el contrario, él sí que parecía ligeramente incómodo y algo abochornado.

 

-Anda, quitáte eso mientras espero fuera.

-Juajuajuajua... No puedo... No... Juajuajuajua... No puedo... Juajuajuajua... Creo que estoy pedoooo... Pero no huelo maaAAAALLL... JUAJUAJUAJUA.

 

Mi MacGyver miró al techo y resopló con resignación.

 

-¡Cagüentó, Jessi! -exclamó furioso mientras se arrodillaba a mi lado- Ya son más de las 6 y aún tenemos que ver que ha pasado con Mariposita. ¿Cómo vas a huir con semejante cogorza?

-¿Qué hoghra, qué hoghra es?

-Las 6 y cuarto, Jessi, y como la perra esté muerta hay que salir de aquí cagando leches.

-¡Ya son las 6 y cuarggto!. ¡Miergggda!, ¡he perggdido el turno en la pelu!. ¡Miergggda!. ¿¡Y ahora como voy a la fiesta con estos PELOOOOOOSSSSSS!?. ¡MIERGGDA!... ¡Soy un desastgre!... ¡¡¡BUAAAAAAAA!!!.

 

El Jonhy apoyó su cabeza contra el borde de la bañera y permaneció en esa postura mientras yo me desahogaba.

 

-¿Qué he hecho mal? ¿Pogghr qué nada me sale bien? BUUUAAAAAAA -bienvenidos a la fase miserable-depresiva- ¿Pogghr qué Chagrly no me quieggghre?, ¿pogghr qué Egrvigio se me muegghree?, ¿pogghr qué Titina tghrata de mataghrnos?... BUUUAAAAAAA... ¿Pogghr que no soy capaz de pghronunciaghr la EGGGGGHRE?. BUAAAAAAAA, BUAAAAAA, BUAAAAAAA... ¡Soy muy desdich’aaaaaa!

 

Mi adorable pelo-pincho-lamido semejaba abatido, derrotado por las circunstancias, a punto de unirse a mi duelo personal. Sin embargo, después de unos breves segundos de reflexión, sacudió su cabeza y se puso en pie.

 

-Voy a traerte un café. Hay que bajar esa moña.

-¡¡¡NoooooooooOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!. ¡¡¡No te vayas, no me dejes solaaaaaaaaa!!! Tú eghres mi único mejoghr amigo –fase "Flower-Power"- Ya se que te estoy dando la lata, pero te quieghro muscho -y abracé tiernamente su pernera derecha- Te quieghro como a mi más pghreciado confidente, como a uno más de la famiglia, ¡como a la heghrmana que nunca tuve! -continué mientras exaltada le besuqueaba los vaqueros- Pogr favor, Jonhy, QUÉDATEEEEEEEEEE.

 

Él dudó brevemente y al fin su voluntad cedió.

 

-Vale, pero entonces la HERMANA Jonathan... -me juego los posters de Robert Pattinson a que eso no le gustó nada- ...te va a dar un baño de agua fría. Porque los vampiros ya me la sudan, pero no soporto ni un minuto más este tremendo cebollón tuyo.

-¿Cebollón?, ¿yo? Si sólo estoy algo contentilla. Antes todo me daba vueltas, pero ahora ya contghrolo -añadí mientras me incorporaba para quedarme sentada sobre el suelo del cuarto de baño- Ves, ves. Mira como me quito la ceghra... Una, dos, tghres... Ummmmhhh... Pufff... No. Ahoghra, ahoghra, sí. Migghra, miggghra... Ummmmhhh... Pufff... No.

 

Y aquella, queridos Siervos de la Noche, era la fase del súper-yo. Tracionera y peligrosa, tanto para el sujeto activo como para los objetos paciente. Quizás algunos la reconoceréis por ser esa que os anima a dejar la copa y bailar "Bad Romance", desdentarse con un poco de Parkour o pedirle un Lewinsky a la cachonda de la discoteca.



 

-De acuerdo -prosiguió mi pelo-pincho con su ejercicio de paciencia- Vamos a dejar la ducha para después. Primero te ayudaré con ese pegote chapucero. -y tras echarle un vistazo apostilló-¡Buena has liado!.

-¿Liaghrla?, ¿yo?. ¡Peghro si soy inocente! -fase5: negación o "me han engañado vilmente"- La culpa es de Ghrosi que siempghre usa ceghra caliente paghra las ingles -los términos técnicos dan una mayor credibilidad- Y de John Wayne, que bebe paghra aguantaghr el dologhr -síp, está feo culpar a los muertos, pero era cierto.

-Ya, ya... ¿Y no podías haber plimplado un poquito menos? -argumentó el albondiguilla mientras me iba arrancando el emplasto a cachos.

-¡Ouch!, ¡dueleeeee!... Pues que sepas que casi no bebí... ¡ouch!, ¡ouch!... Peghro en el último tghrago me debió de sentaghr mal el poso aguardientoso.

 

Jonhy se echó a reir, sin embargo dejó de rebatirme para concentrar todas sus energías en aquella argamasa dorada que, una vez perdida su flexibilidad, resultaba verdaderamente complicada de extraer.

 

Los minutos pasaron de forma muy, muy lenta, tal vez estirados por el dolor de la tortura o por la neblina mental de la tajada. Al fin, cuando ya imaginaba que debíamos llevar cerca de una hora con todo este proceso, mi albondiguilla dio por zanjada la depilación. Eran tan sólo las 6 y media.

 

-¿Me vas dejaghr así? -le inquirí alamarda una vez hube revisado la zona en cuestión.

-Pues sí. Ahora date una ducha para quitarte los restos.

 

Aquello que MacGyver, "el Esteticista", consideraba restos eran en realidad una cantidad nada despreciable de micropegotes que, como islas solitarias en un mar de irritación, se aferraban con vehemencia a su pelo correspondiente. Situación bastante menos poética de lo que estoy pintando y que probablemente requeriría un buen baño con acabado de hojilla, a no ser que prefierese lucir un chocho-leopardado el mismo día de mi conversión.

 

En cualquier caso, el Jonhy tampoco parecía dispuesto a variar su hoja de ruta, con lo que "o sí o sí" acabé dentro de la bañera sin alcanzar a decir siquiera "esta boca es mía". Después, un poco de agua tibia, tirando a bastante fresca, y un café humeante me aclararon las ideas.

 

-Bajemos al sotano -ordenó el pelo-pincho-lamido una vez estuve en plena posesión de mis facultades mentales- Hay que mucho hacer.

 

No osé rechistar. Había recuperado ligeramente la sobriedad, pero todavía me notaba algo inestable, así que opté por dejarme llevar y seguirlo hacia las profundidades de la casa... Allí donde moraba Mariposita... y Ervigio también.

 

-Ahora abriré la puerta,... -me explicó como un maestro preocupado-... pero antes necesito que me asegures que podrás mantener la calma y que no vas a montar ningún numerito en plan Corín Tellado.

-Por supuesto -contesté parca en palabras.

 

Y así lo pensaba hacer, palabrita de Niño Jesús, tampoco estaba para derrochar fuerzas. Pero nada más entornar la hoja de madera, un sofocante olor a putefracción me taladró la pituitaria y la fase de exteriorización de mi yo interno se hizo incontenible.

 

-Perfecto. Tenías que echar la pota justo ahora...

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