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diariodeunavampiresanovata

-¿Desde cuándo eres tú mago... argf, arfg ...de nivel 7?... Argf, argf.-me venció la curiosidad mientras resollaba a trote cochinero.

 

Mi albondiguilla no se dignó a mirarme como si el hacerlo le hubiese restado aerodinamismo a su veloz cuerpo toneliforme.

 

-Hace 2 semanas... -jadeó falto de oxígeno-... en la última partida de Dungeons & Dragons.

-¿Jugando al rol?... ¿Y el Dedo de la Muerte?.

-Mentira -me espetó sin dejar de aporrear el suelo con sus patas de elefante.

-¿Entonces?. Ahí dentro...

-Ya te contaré... Ahora corre.

 

A pesar de lo fría y desapacible que estaba la noche, los dos sudábamos a mares cuando conseguimos pasar frente al Route 77. Desde la puerta, el gorila amistoso, que ya nos había salvado el culo aquella noche, hizo un leve gesto de cabeza al vernos pasar y siguió saludando a la gente que llegaba al local.

 

-¿Y si regresamos ahí? -le sugerí al Jonhy mientras trataba de mantener mis muñecas lejos de los diminutos dientecillos de Mariposita- El portero es buena gente y seguro que nos defiende.

-Puede ser, pero esos vampiros nos rastraerían fácilmente en el 77 y entonces nada lograría mantenerlos fuera. Estaríamos perdidos -me explicó MacGyver entre resoplidos- Para ponernos a salvo necesitamos una casa.

-¿La de mi abuela? -aventuré preocupada por tener que justificarles a mis padres un retorno tan precipitado.

-Lo primero es llegar al coche. Tus entrañables chupasangres no van a tardar en venir tras nosotros.

 

En efecto. Estábamos doblando la primera esquina que nos llevaba al MicroMachine de la madre del Jonhy cuando una voz de ultratumba retumbó en las paredes de piedra de la catedral.

 

-¡¡¡¡¡DEJÁDME EN PAZ, ESTÚPIDOSSSSS!!!!!, ¡¡¡¡¡ID TRAS ELLOOOOOOSSSSSSS!!!!!

 

El alegré bullicio de la gente esperando para entrar en las discotecas se detuvo momentáneamente, congelado por la atronadora voz de Sir Thomas. Un segundo más tarde la calle ya había recuperado su alegría navideña, como si ningún vampiro enajenado hubiese gritado jamás.

 

Así que el alcalde buenorro seguía en circulación. Así que todo ese cuento de la explosión ocular no lo había detenido. Así que todavía estábamos metidos en un buen lío. ¿Es que esta noche no iba a terminar jamás?

 

La adrenalina me mantenía en tensión con cada bombeo del corazón, pero yo notaba que, a pesar de esto, el cansancio pugnaba por dominarme. Miré de reojo al Jonhy y observé que le temblaban las manos mientras buscaba a la carrera las llaves del coche. Él también estaba al límite de sus fuerzas.

 

-¡Ahí está! -anunció feliz mientras un bip-bip desarmaba la ridícula alarma-... Ca-güen-to’... -añadió tras un instante de consternación- La furgonalla del Charly.

 

Habíamos olvidado ese pequeño detalle. La Trade de las Ratas de Medianoche estaba en doble fila bloqueando la salida del kk-móvil. Mi ex la había aparcado así unas horas antes, cuando estaba firmemente decidido a volarnos la cabeza sin mediar más palabras que un inoportuno "maricón de mierda". Su plan se había desbaratado gracias a la providencial ayuda del portero del Route77, sin embargo ahora todo parecía indicar que la jugada le iba a salir mejor de lo que había calculado: una manada de vampiros descontrolados estaba dispuesta a darnos caza y fuese lo que fuese que mi ex tuviese preparado para nosotros se me antojaba una dulce cachetada de bebé.

 

"Quien me diera que Charly nos estuviese persiguiendo ahora", concluí al hilo de mi reflexión.

 

Pero hay que tener cuidado con lo que se desea...

 

-¡OS TENGO! -gritó una voz familiar desde el interior de la furgoneta.

 

La cabeza de mi ex surgió de improviso en el asiento de piloto de la Trade. Tenía la cara llena de restos sanguinolentos, costras y magulladuras color rojizo que seguramente habrían de variar de color en los próximos días.

 

-¿Quién os defenderá ahora, maric...? -se frenó para lanzar una mirada asustada a la calle mientras su ojo derecho luchaba contra un párpado transformado en medusa gigante.

 

La puerta de la furgoneta hizo el "clacks" habitual y Charly desapareció de la cabina para sumergirse en la oscuridad de la noche.

 

-Al coche -resolvió Jonhdalf, el mago de nivel 7, cuyo atributo de Fuerza estaba bajo 0.

 

Valoré durante un segundo si ésa sería la mejor opción, y si acaso el kk-móvil no acabaría por convertirse en nuestro improvisado ataúd. La cantinela de unos tacones al final de la calle me decidieron en favor de mi albondiguilla.

 

Titina avanzaba hacia nosotros con el rostro descompuesto por la preocupación y la ira, pidiéndonos desesperada que liberásemos a su Mariposita y haciendo evidentes esfuerzos por controlar su velocidad que rozaba el máximo que se le presupone a una mortal, a su edad aparente y encaramada sobre tremendos tacones de aguja.

 

No cabía duda de que a pie, o nos abatía Charly o más probablemente Brigitte, pero lejos seguro que no llegaríamos.

 

-¡Al coche! - acordé ocupando el asiento del copiloto con decisión.

 

Entonces mi pelo-pincho-lamido giró la llave, aceleró a tope y, mientras las ruedas se volvían hacia la acera, el micro-machine ronroneo cual gatito recién nacido.

 

Por dos veces nuestras cabezas golpearon el techo al tiempo que el kk-móvil salvaba el bordillo y comenzaba una huída a través de maceteros con flores y baldosines quebrados que el ayuntamiento no se dignaba a reparar. Detrás abandonábamos a un atónito Charly bañado en sangre reseca y una vampiresa furibunda guiando a 50 ó 60 chupasangres hambrientos. Deseé que todos fuesen capaces de dominar sus bajos instintos en público... por el bien de mi ex.

 

Lamentablemente, éste ya se encontraba pataleando alzado 10 cm del suelo cuando nosotros retomamos la calzada con otro súbito volantazo y salimos disparados dejando por único rastro un agudo crujir de neumáticos derrapando... Síp, el Aixam derrapa.

 

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