Blogia
diariodeunavampiresanovata

Desde el umbral de la puerta me mantuve a la espera. Con todos mis sentidos alerta. Felina. En tensión. Lista para ponerme en marcha ante la primera voz de alarma.

-¡Te pillé! -escuché gritar eufórico al albondiguilla- Ya eres mío.

Mi corazón galopó desbocado al oir la señal. Rápidamente tanteé los bolsillos de la sahariana y, tras un gran esfuerzo de autocontrol, alcé triunfante los cinco metros de fina cuerda de esparto que el Jonhy me había encomendado.

-Uhmmmm... -respondió una voz sensual mientras mi pie tanteaba torpemente en la penumbra- ¿Soy tuyo o tú eres mío?.

Detuve en seco mi operación de apoyo insegura de que fuese el momento adecuado para entrar en acción.

-Te puedo atravesar con mi estaca -continuó MacGyver en un tono mafioso intimidatorio- ¿Responde eso a tus dudas?
-Ja, ja, ja... -unas carcajadas sofocadas resquebrajaron las impenetrables tinieblas- Yo siempre llevo la mía encima-argumentó burlón el chupasangres- ¿Quieres que las midamos para ver quién gana?

Un leve murmullo se extendió como una ola por la sala quedando inmediatamente sepultado bajo la música de la pista de baile. Daba la sensación de que aquello estaba lleno de vampiros cuyas siluetas comenzaban a ser perceptibles para mis pupilas.

-¿Medir las estacas?... -preguntó un Jonhy claramente desconcertado.

De nuevo un suave rumor salpicado de aviesas risillas se propagó a lo largo y ancho de la habitación confirmando que mis ojos no se equivocaban al contar a los chupasangres por docenas.

No cabía duda alguna, había llegado la hora de la verdad. Ahora me tocaba a mi demostrar quién era la líder de la manada: entrar en aquella habitación atestada de murciélagos famélicos y rescatar a mi pelo-pincho-lamido sin derramar una gota de sudor... y, a ser posible, tampoco de sangre.

-Sí. ¡Midamos las estacas!-continuó el no-vivo, medio muerto de risa- Aquí está la mía.
-¡Eh!, ¡un momento!...  -se sorprendió MacGyver.
-Y la tuya debe de estaaaaarrrr... -jadeó la ratilla voladora.
-¿Qué coño... -preguntó inocente el Jonhy- ... ¿qué coño estás haciendOUOUOUOUOUAAAAAAAAAAAA???!!!

No hacía falta seguir escuchando. Aquel bramido ensordecedor lo explicaba todo con una claridad más que meridiana. ¡¡¡¡¡Alguien estaba a punto de cenar albondiguilla en su salsa!!!!!

Como un resorte, salté sobre mis talones y, sujetando con fuerza la cuerda y la cazadora porta-estacas, mi cuerpo se puso pies en polvorosa  tan velozmente como se lo permitía la tenaza de vinilo.

En un acto de coraje había optado por ignorar los alaridos de mi amigo agonizante e invertir la única baza que teníamos (mi vida) en obtener refuerzos. Al fin y al cabo, resultaba indiscutible que los chupasangres poseían superioridad física además de la evidente numérica, con lo que entrar en aquella sala se trataba, a efectos prácticos, de un suicidio.

-¡ESAS MANOS QUIETAS! -escuché al Jonhy mientras me alejaba dando veloces pasitos por el pasillo.
-Relájate y no te dolerá, guapito de cara...
-¡EL PANTALÓN, NO!, ¡EL PANTALÓN, NO!
-Ven a probar mi estaca...
-¡AAAAAHHHHH!
-Si te va a gustarrrrrrrr...
-¡SOCORROOOOOOOOOO!...

Entonces, proveniente del oscuro cuarto en el que había dejado TEMPORALMENTE a MacGyver, un estruendo comparable a una coral de martillos hidráulicos, me alcanzó cuando yo ya estaba a punto de entrar en la pista de baile trotando como una cabritilla de Heidi.

"Ramón... su total... sin ampollas... por ser... manojo... canijo de Yuta"(1). ¿Qué sentido tenía eso?

Un chaparrón de gritos inconexos proferidos por aquella horda de vampiros maléficos, llegaban  hasta mis oídos en forma de frases incoherentes. Entonces, cediendo a la curiosidad, abandoné mi misión de rescate un instante y me detuve brevemente para voltear la cabeza.

De las tinieblas que lo habían engullido un par de minutos atrás, mi pelo-pincho-lamido emergió súbitamente con un ágil salto de gacela.  Lleva los vaqueros desabotonados, su elegante flequillo emo empapado en el sudor de la frente y la camisa completamente abierta mostrando el nada atlético torso de MacGyver. Parecía fuera de si, cegado por el miedo y entregado en cuerpo y alma a su veloz carrera.

Cual búfalo en plena estampida, el Jonhy galopaba hacia mi, dispuesto a embestirme sin que su cerebro fuese consciente de que me encontraba en plena trayectoria de huída. Mientras, yo, atónita y estúpidamente petrificada, observaba el rítmico vaivén de sus carnes bamboleantes, zarandeadas en una y otra dirección según la posición de su cuerpo.

-¡Jonhy!, ¡soy yo! -le grité cuando hube despertado de su hipnótica desbandada- ¡Soy yo!, ¡PARAAA!.

Sin embargo, a pesar de que en su mirada brilló un destello de lucidez, mi MacGyver no sólo no redujo sino que aumentó su velocidad dispuesto a arrollarme con todo el peso de su masa muscular (ésa que está tímidamente escondida bajo un mar de capas de grasa).

-¡Tío!, ¡qué ya estás a salvo! -le grité señalando a los humanos de la pista de baile- ¡Éstos ya no van a morderte!
-¡Apartaaaaa! -fue la escueta respuesta de mi pelo-pincho mientras me empujaba a un lado- ¡SON GAYS!
-¡¿Vampiros gays?! -repetí más patidifusa que si un murciélago gigante me hubiese atacado en el metro- ¿No hay ni uno heterosexual?... ¿para mi, al menos?
-¡NO! -me contestó perdiéndose ya entre la multitud que bailaba en el centro del Route 77- ¡No son vampiros!, ¡SON SÓLO GAYS!

 



Pasmada con la noticia observé como mi MacGyver atravesaba a duras penas la atestada discoteca, abrochándose los vaqueros con una mano y espantando pellizcos esporádicos con la otra.

¡Vaya, vaya, vayaaaaa! ¡Así que mi resabidillo sabelotodo se había equivocado de local!, ¡así que se había metido voluntariamente en un cuarto oscuro!, ¡así que había estado a punto de ser desvirgado en una bacanal gay! Definitivamente, ¡VAYA!. ¡Ahora SÍ que estaba claro que el karma siempre deja a cada uno en su lugar!




(1) Nota de la autora: Después de consultar fuentes fidedignas y diversos diccionarios etimológicos, una traducción más que probable de la frase es: "¡Mamón!, ¡subnormal!, ¡gilipollas!... ¡JODER!...¡más ojo! ¡gran hijo de puta!"

0 comentarios