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diariodeunavampiresanovata

El local tenía mucho estilo, como todo lo que hacen los vampiros. Básicamente, a excepción del raquítico rótulo con la señal de carretera que le daba nombre, todo estaba hecho a lo grande.

La fachada, un enorme grafitti en tonos ocres, representaba la ruta 77 internándose en el árido desierto americano, donde colosales columnas rocosas competían por rozar el gigantesco disco solar. La puerta, inmensa y completamente negra, encajaba en la boca de entrada a una gruta situada a la derecha de toda la composición. Y el gorila que decidía el acceso, era la bestia más descomunal que jamás nadie se haya podido encontrar controlando una discoteca.

 

-¡Espera! -me dijo el Jonhy asiéndome por el brazo- Aún es muy temprano. Lo mejor será vigilarlos desde algún portal cercano para contar cuántos entran y, cuando esté a punto de salir el Sol, tú y yo efectuamos un ataque relámpago, capturamos al chupasangres que esté más cerca de la entrada y salimos cagando leches amparados por el amanacer.

 

Me quedé asombrada por su clarividencia de ideas. ¡Qué plan de ataque más soberbio!. Perpetrar el secuestro cuando sepamos que quedan pocos no-muertos en el interior y éstos se vean además debilitados por la próximidad de la letal mañana.

 

¡Digno de mi y de los que me siguen!

 

Sin embargo, a esas alturas de la noche y después de todo lo que había tenido que oir dentro del Aixam, no me sentía con ánimos de darle palmaditas en la espalda al Jonhy. Con la mirada al frente, el porte altivo y dando pequeños pasitos de gheisa a causa de mi aún dolorida espalda, pasé ante el "Route 77", el "WoW" (un discreto garito contiguo a la fies-vampiro) y me dirigí hacia la entrada lateral de la catedral, desde donde tendríamos una buena visión de la situación.

 

-¿Sigues enfadada conmigo? -me preguntó inquieto el albondiguilla al percibir mi mutismo.

 

Evidentemente que estaba enfadada con él. ¡Pues claro que sí!.

 

-No -respondí con el resentimiento chispeando en la mirada.

-Entonces, lo de antes está olvidado, ¿verdad? -insistió mientras se sentaba en los peldaños del templo.

 

¿¡Olvidado!?. ¡No, no, no, no y mil veces no! ¿Que se creía?, ¿que a las chicas nos mola que nos vacilen? Pues no. N, O, NO.

 

-Sí -consteté fingiendo desidia.

-Vale, porque yo no quiero que por una tontería... -titubeó brevemente-... Debes de pensar que soy un capullo integral, ¿no es cierto?

 

Para ser exactos estaba entre "capullo integral" o "subnormal profundo" y la verdad es que, bien mirado, SÍ, el Jonhy daba más la talla como capullo integral.

 

-Que vaaaa...-dije hastiada de tanto remordimiento fingido- No pienso eso en absoluto -mentí para quitármelo de encima- Y ahora calla que van a empezar a sospechar de nosotros.

 

Doblando la calle, prácticamente siguiendo nuestros pasos, una pareja de chicos jóvenes se aproximaba por el empedrado centenario. Vestían pantalones pitillos, camisetas de colores alegres cubiertas por sendas cazadoras negras y cintos de "Dolce & Gabbana" visibles a 1km a la redonda.

Parecían divertidos por algo y venían haciendo bromas sobre ello. Nuestra presencia los distrajo momentáneamente, pero no nos dedicaron más de un segundo antes de volver a su propia conversación y encararse con el mastodóntico portero.

King Kong, porque este especimen superaba en tamaño a cualquier gorila conocido, les saludó amablemente como si fuesen clientes habituales y después de darle un 1 piquito a cada uno sostuvo la pesada puerta hasta que ambos se sumergieron por completo en las sombras del interior.

 

-¿Qué ha sido eso? -preguntó alarmado el pelo-pincho-lamido- ¿Tenemos que besar a esa mole?

-Pues me temo que sí-le anuncié satisfecha de que al fin el karma le estuviese haciendo pasar un mal rato- Lo que acabas de ver es el típico saludo ruso del ósculo en la boca. Mi Maestro Oscuro me explicó en su día que los vampiros seguían distintos rituales de reconocimiento: inclinar la cabeza, olerse el cuello o las muñecas y darse besitos en boca...

 

MacGyver clavó en mi sus intensos ojos azules ahora llenos de pavor, mientras yo permanecía impasible... y sin poder sentarme a causa del pantalón.

 

-No me mires así -continué seducida por el placer de hacerlo sufrir un poquito- Todo ese rollo viene del conde Drácula que era rumano y ya sabes que rusos y rumanos son primos-hermanos... -callé para recrearme en el tremendo pareado- Y como los vampiros respetan muchísimo la tradición, pues todavía practican esta cariñosa forma de saludo.

 

El albondiguilla no podía estar más consternado. Durante toda mi explicación no había logrado pestañear ni una sóla vez y ahora parecía que iba a comenzar con la hiperventilación... ¡Qué exagerado, por Dios!

 

-Pero quizás los demás se saluden de otras formas más modernas -dijo esperanzado- Ahí viene un nuevo grupito de chupasangres. Tal vez no sean tan efusivos.

 

Siguiendo el mismo trayecto que los dos no-muertos anteriores, esta recién aparecida pandilla se acercaba a grandes zancadas sobre el adoquinado y, ya desde el primer momento, pude vislumbrar que se trataba de un manojo de murciélagos de muy buen ver. Altos, musculados, con polos y camisetas ceñidas, vaqueros prietos, y peinados a la última, estaban como para comérselos... o para dejar que me lo comiesen todo.

 

Con gran seguridad rodearon al gorila de la entrada y después de mantener brevemente una animada cháchara, algunos de ellos se acercaron para darle el temido ósculo de cortesía.

 

-Ves -saltó el albondiguilla- Ves como no todos lo besan.

-Veo, veo -respondí extasiada con tanto semental

-Si hay que morrearse con esa bestia, yo pasó -continuó el Jonhy cayendo en barrena.

-Morrearse, con todos... ¡Ojalá! -musité entusiasmada con la idea.

-¡Qué no entro, Jessi! -gritó MacGyver- ¡Qué si hay que hacerlo no entro!

-Y ni una chica... -susurré calculando la proporción vampiro buenorro/vampiresa en celo.

-¡Pero otro pico máaaaas! -bramó señalando al nuevo macizo que estaba a las puertas del 77.

-¡MA-DRE!, ¡QUÉ TÍO! -exclamé encendida.

-¡¿Pero a qué tanto besuqueo?! -protestaba el Jonhy insistentemente.

-¡ASÍ DA GUSTO MORIRSE! -le ignoré enardecida con el chupasangres cachondo.

-¡Pues yo me voy! -decidió súbitamente mi pelo-pincho-lamido- ¡Me piro para casa!

-¿¡Cómo!?. ¡Nada de eso!. ¡Tú te quedas! -le ordené.

 

 

 

Pero, desoyéndome, se levantó de un salto y bajó los peldaños de la catedral a toda velocidad, poniendo tierra de por medio.

 

Lo miré desde las alturas utilizando toda la fuerza de persuasión de mi mirada y supe que estaba a punto de perderlo. Parado sobre la peatonal, mi MacGyver se debatía indeciso entre acompañarme a la fiesta como fiel escudero o poner pies en polvorosa y desaparecer en la oscuridad de la noche.

 

¡Todo por unas mísera babitas de un simio grotesco! ¡Y justo ahora que yo acababa de descubrir lo machista que era el inframundo y las pocas vampiresas que habitaban en él!.

 

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