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diariodeunavampiresanovata

31 de Diciembre

Y efectivamente aposté fuerte, tanto que me jugué sobre el tapete mi propia vida y también la del albondiguilla (aunque ésa es tan insulsa que no se puede considerar un gran envite).
En fin que como ya estaréis sospechando, astutos Siervos de la Noche ayer fuimos a LA FIESTA.

-¿Fui presa del miedo?
Nunca.
-¿Nos paseamos tan campantes por un nido de vampiros?
Por supuesto.
-¿Capturamos finalmente al no-muerto añejo?
¿Hace falta que os responda a eso?


Después de chatear el domingo con mi guía espiritual en este mundo de oscuridad y seres de ultratumba tenía en mi poder la información necesaria para hacerme con el control de no sólo un nido si no de toda la telaraña de chupasangres mundial.

A pesar de esto, el Jonhy se empecinó en quedar este lunes para trazar un elaborado plan de ataque. Según su absurdo entender, en esta ocasión debíamos ser más cuidadosos que en el cementerio puesto que ahora nos esperaba una manada de no-muertos poderosísimos y súper-despiadados. ¡Cómo si dudase de mi habilidad para cazar vampiros!, ¡yo que había visto las 7 temporadas de Buffy y hasta me sabía los diálogos!

Con la condescencia del maestro jedi que ve a su joven padawan practicando telequinesía con un elefante, accedí a reunirme en su madriguera para dejar que desbarrase unas cuantas horas en la preparación de una estrategia maestra que nos permitiese salir con vida, o al menos no-muertos, de la guarida de los murciélagos.
Como ya había quedado patente en el camposanto, mi intuición espontánea era mucho más útil para capturar chupasangres que cualquier otro esquema predeterminado. Sin embargo, si le tranquilizaba soltarme un sermón imaginando cómo se iba a desarrollar la cacería, no iba a ser yo quien le quitase esa ilusión. Además, en su despensa siempre hay una buena cantidad de donettes y eso hace más que llevadera cualquier perorata de mi MacGyver.

Quizás por este mismo aliciente, me presenté en su puerta un poco antes de lo esperado. Su madre me acompañó hasta el cubil del Jonhy y allí me lo encontré, para mi sorpresa, con el pelo-lamido (sin pincho, sólo recién lavado), un chandal roído nada favorecedor y escuchando música al límite de la alegría adecuada para el alma torturada de un emo.

 



Mi llegada imprevista le pilló por sorpresa y para mi asombro, esto le puso nervioso. Bajó apresuradamente el volumen en los altavoces, se echó un ojo a la ropa y revolvió su flequillo tratando de evitar sin éxito el look de monaguillo.

-Bueno – me espetó pretendiendo desviar mi atención de su peinado a la conversación- ¿qué es lo que te ha contado tu Maestro Oscuro?
-Pues, básicamente lo de siempre – constesté tomando aire para dar la lección de un tirón- Los vampiros son fuertes, ágiles y veloces. Cuanto más jóvenes más desmedida es su sed de sangre y menor el control de los instintos básicos. Cuanto más viejos mayor es la facilidad para manejar las mentes débiles y menos son los escrúpulos que les impiden tomar las vidas humanas.
En su mayoría tienen un alto concepto de si mismos. Son ególatras, vanidosos y además de poseer una elegancia natural, se preocupan en extremo por su aspecto físico.

Impresionante, todo seguido de un vez y sin parar a respirar. Mi guía espiritual hubiese estado muy orgulloso de la perfección con la que me había memorizado sus enseñanzas.

-Y de su gestos formas de interactuar unos con otros, ¿no habéis hablado? -siguió indagando insatisfecho el Jonhy.

Mirada al techo para recordar las palabras exactas del Maestro. Vuelta a tomar aire.

-Si un vampiro está tranquilo, confiado en su superioridad y dominando el territorio mantiene la cabeza erguida y los ojos entrecerrados. Sus pasos son lentos y cadenciosos y el hablar pausado, arrastrando las palabras en un suave ronroneo.
Si por el contrario está enfadado y preparado para el ataque, arqueará la espalda y los hombros. Además sus movimientos serán rápidos y bruscos y siseará en señal de advertencia o amenaza.
Si nos está vigilando sus pupilas se dilatarán al límite.
Si tiene hambre repasará sus labios insistentemente con la lengua.
Y si baja la cabeza estará admitiendo su sumisión hacia nosotros... ¡Argf! -resollé, de nuevo sin aliento.
-¿Nada más? - insistió McGyver no contento con todos los datos que le acaba de recitar cual loro africano.
- Uhmmm... -escarbé en mi memoria- Bueno sí. Que los no muertos tiene cierta predilección por embutirse en cuero negro. ¿Te sirve eso de algo?

El pelo-monaguillo-lamido miró fijamente al techo buscando en él una respuesta y finalmente inturrumpió su contemplación para constestarme.

-Sí. Ahora mismo te voy a explicar cuál va a ser nuestro plan este jueves.

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