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diariodeunavampiresanovata

El albondiguilla me miró flipando visiblemente en colores.

-¿Salvarme de qué? -dijo incapaz parpadear- De un vampiro maniatado y sin colmillos -añadió todavía alucinado- ¿Qué pensabas?, ¿qué me iba a matar a lametadas?

Touché.

-Muertes más estúpidas se han visto –le constesté altiva- Y por cierto: "De nada".

Es de bien nacidos ser agradecidos y aunque, ciertamente mi ayuda no había sido providencial, lo importante es la intención. Si no que se lo pregunten a Ervigio, el cual había sufrido la peor parte de la misma: una hemorragia nasal y la dulce inconsciencia en la que lo había sumido el dolor.

Fue éste y la culpabilidad por el nuevo destrozo los que me esponjaron el corazón dejándolo blandito y rosa como una nube de algodón, a pesar de que todavía se resentía tras la insensibilidad con la que mi vampiro había recibido el recital de poesía.

En fin, que recuperado el equilibrio emocional (últimamente inestabilizado por un SPM más agudo de lo normal) y en vista de que se habían despejado las nubes de recor, saqué a Arturo de encima del chupasangres, como símbolo de nuestra reconciliación.

-Mientras estabas fuera Ervigio me ha explicado el modo en que funciona todo ese rollo de la regeneración -retomó MacGyver la conversación.
-Así que: Ervigio. ¡Vaya!, ¡qué confianzas! -se me escapó dolida por el hecho de que MI chusangres perteneciese POR EL MOMENTO más al albondiguilla que a su propia novia.
-Sí. Ervigio. Así se llama. No Emilio -recalcó el pelo-pincho restregándome la equivocación- Y, por cierto, estaba siendo muy amable y razonable hasta que tú llegaste.

Le mostré mi lengua en toda su amplitud esperando que entendiese que podría quedarme sin palabras, pero no podría cerrarme la boca.

-Pues sí -continuó sin molestarse en contestar- Tal como suponíamos necesita sangre fresca para regenerarse con rapidez. Sin embargo, dada la gravedad de las heridas que tiene por el cuerpo, ni contando con nosotros dos, tu abuela y su adorable pequinés podríamos tenerlo listo para este jueves. O sea que habrá que posponer la transformación o...

El Jonhy se detuvo dudando si debía hacerme partícipe de la información recién obtenida.

-O ¿qué? -le apremié con un tono que no daba pie a retrocesos.
-O buscar una fuente de sangre más "poderosa" -concluyó enfatizando sus últimas palabras.
-¿Poderosa cómo?... ¿Más fuerte en plan "que la fuerza te acompañe"? o ¿con más influencias en plan... -una idea loca cruzó mi mente- ¡El presidente del gobierno!. ¿Quieres que mi Ervigio se meriende al presidente!
-Nooooo, idiota -me frenó el albondiguilla alzando los ojos- Más poderosa en plan sangre de otro vampiro.
-Ahhhh...  Mejoooor. Ya tenemos experiencia en cazar vampiros.
-Sí, bueno. Realmente sólo ha sido uno y al parecer novato. -me corrigió Jonhy- Lo que habría que hacer ahora es ir a por un murciélago realmente viejo y con hematíes de solera.
-Uhmmmm... -asentí ensimismada con la idea.
-Según me estaba contando el apaleado de tu novio -un poco de sorna gratuita- los chupasangres de nivel se reúnen todos los jueves en un local regentado por el jefe de la zona. Allí cenan, hablan de negocios e intercambian su sangre en señal de confraternización y no agresión entre clanes.
El club es muy selecto y las ratillas voladoras recientes, como tu amado, tienen vetada la entrada a no ser que un vampiro VIP los introduzca en sociedad o bien ellos se presenten con un humano a modo de ofrenda. O sea, de postre.
Sobra decir, que el resto de los días las puertas son abiertas al público humano normalmente y que aunque los vampiros siempre son bien recibidos, no se les permite darse a conocer y mucho menos derramar sangre en las instalaciones... Aunque a veces se hace la vista gorda para socios muy especiales.
El caso, es que como la cuchipandi de este jueves cuadra con Fin de Año y el local va a estar lleno de mortales esa noche, el clan ha decidido adelantar su pequeña fiestecita privada para el miércoles y convertirla en una espectacular entrada de año. Así que es muy probable que algún mandamás-supremo se deje caer por el guateque de no-muertos y que incluso éstos se sientan magnánimos y abran la mano a la hora de admitir a vampiros neófitos. ¡Vamos!, que aquello va a ser una auténtica juerga de hemoglobina murcielaguil.
Así que resumiendo, tenemos dos opciones:
a) Soltar a la rata voladora en prácticas para que huya bien lejos y se alimente el solito
b) Buscar el suicidio presentándonos en la fiesta para dejar más seco que la hucha de un mileurista al primer súper-vampiro que encontremos.
      Tu dirás...


Uhmmmm... El asunto no pintaba nada mal.

Evidentemente habría que currarse la estrategia, entrar en el local y pedir 3 litros de sangre del mejor ejemplar no era una gran idea. Pero una vez trabajada esa parte, el proyecto de conversión seguiría su curso con normalidad y yo por fin podría estar con Ervigio para toda la eternidad.

Desde luego, sobra decir, que la renuncia al amor verdadero no entraba en mis planes a corto plazo... Ni tampoco en los de un plazo mayor. ¡Ahora había recuperado la fe y lo veía todo con una claridad meridiana!

-Será mejor que te compres algo elegante -le sugerí al albondiguilla- Ya sabes que los vampiros son muy exquisitos y no quiero que le pongan pegas al postre que pienso llevarles.

El Jonhy me miró sin atisbo de miedo, como si ya conociese mi respuesta de antemano y yo simplemente acabara de expresar a viva voz algo que él había asumido hace tiempo.

-¿Elegante como si fuese Fin de Año? -me preguntó únicamente.
-Elegante como si fueses a una fiesta de vampiros.

 

 

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