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diariodeunavampiresanovata

¡Vaya!, ¿eso era todo?.

¡Increíble! Una rezumando romanticismo por todos los poros de su piel y el sin-dientes-patético escogía como primeras palabras inteligibles "Ervigio, me llamo Ervigio". ¿Se podía ser menos sensible?, ¿todavía menos considerado?, ¿rozar incluso la falta absoluta de corazón? No creo.

Sentí como la rabia vaginal prendía mecha y  escalaba mi columna vertebral hasta salir en forma de humo por las orejas, igualitico que una olla a presión.

O sea que una tarde entera estrujando mi cerebro matemático y racional (poco apto para la literatura) y lo único que parecía importarle a mi murcielaguito era su estúpido, horroroso y lementable nombre.
Nada de valorar mi esfuerzo, ni tener en cuenta que estaba dispuesta a pasar por alto sus colmillos mellados y ese espantoso olor a pelo quemado que invadía la bodega después de que se churrascase al Sol.  ¿Es que no sentía amor por mi?

Me mantuve inmutable, con la mirada fija en Ervigio, percibiendo como mi alma se convertía en el campo de batalla de una guerra entre las llamaradas de mi ira furibunda y los millones de lágrimas que me presionaban la garganta luchando por salir.

Finalmente, el agua se desbordó suavemente por las mejillas y para que la rata desaprensiva no pudiese darse el gusto de verme a moco tendido, hice con mi oda la vigésimo sexta pelotita de la tarde y tirándola en el ataúd, salí con paso firme de la bodega.

-No te preocupes – escuché decir al Jonhy.- Siempre es así.
-¡Ah!, no lo sabía – musitó Ervigio a modo de disculpa.

Mantuve la poca dignidad que aún me quedaba tras las explicaciones de MacGyver y pegué un soberano portazo. Por fortuna, al otro lado me esperaba Tury sobre sus cuartos traseros y esos grandes ojos saltones de pequinés clavados en el pomo.

-Buen chico, buen chico – le felicité mientras lo abrazaba entre sollozos – No te fías del vampiro, ¿verdad?
-¡Guau! - respondió secando mis lágrimas con su lengua de lija.
-Porque, ¡hip!, es un egoista y un mala no-persona.
-¡Guau! - volvió a asentir.
-¿Y ya te habías dado cuenta, ¡hip!, a primera vista?
-¡Guau,guau! - se apuntó el tanto.
-Cuanta, ¡hip!, razón tenías – concluí mientras le despeinaba la cabeza. - Y a mi que me engañó como a una boba, ¡hip!.

La vergüenza por haber caído tan inocentemente en las redes del amor de ultratumba se canalizó en un estúpido vaivén por el descansillo esperando a que el pelo-pincho hiciese acto de presencia. Después de un par de minutos de ejercicio, en los que mi hipo se tranquilizó, el ligero murmullo de una conversación apagada proveniente del sótano me despertó la curiosidad.

-Hummm... - gemí acercando mi oreja a la puerta - ¿Por qué no sale el albondiguilla?
-Argf, argf, argf – jadeó Arturo mientras barajaba las opciones
-¿Le estará poniendo la tapa al ataúd?
-Argf, argf, argf
-Pero, para eso no hace falta hablar.
-¡Guau! - coincidió el pequinés
-Entonces, ¿estará el chupasangres hipnotizando al Jonhy?

Tury ladeó la cabeza sopesando la posibilidad.

-Porque los vampiros pueden hacerlo para seducir a sus presas – continué tratando de convencerle con mis argumentos – Y en ese caso, el pelo-pincho herido es una víctima fácil.
-¡Guau!
-¡Quizás incluso ahora mismo le está quitando las cadenas!
-¡Guau!
-¡Y el no-muerto sediento y liberado lo morderá como un poseso!
-Slurp – se relamió Arturo, recordando las veces en que había catado la turgente pantorrilla del Jonhy.
-¡No puedo permitirlo! - grité mientras abría la puerta y regresaba al sótano para salvar a MacGyver.

Sin embargo nuestras más terribles suposiciones ya se habían hecho realidad. Tendido sobre el ataúd enmohecido, yacía el cadáver inerte de mi adorable amigo de la infancia: medio cuerpo sobre el no-muerto y el otro medio arrodillado en el exterior. Completamente a merced del Malvado (=insensible+desconsiderado+falto de corazón) Señor de la Noche.

-¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!!!! - grité paralizada en el umbral.
-GRRRRRRRRRRR – reclamó Tury su propiedad sobre el albondiguilla.

Entonces percibí como la cólera que antes había sucumbido a mi gran humillación renacía de sus cenizas. ¡GROARGGGGGGG!. Mis ojos adquirían un novedoso color verde-agua. ¡GROARGGGGGGG!. La camiseta blanca se rasgaba por la espalda . ¡GROARGGGGGGG!. El vaquero quedaba reducido a unas ridículas bermudas. ¡GROARGGGGGGG!. Y en lugar de ponerme roja de ira, mi piel se tornaba más verde que un manojo de grelos.

-¡GROARGGGGGGG! - acabé rugiendo como Hulk... O eso me pareció a mi - ¡Suéltalo!, ¡suéltalo, porque te aseguro que no quieres verme enfadada!

 


Me lancé a una carrera desenfrenada para evitar la desgracia y cuando ya me hallaba a escasos tres pasos del féretro, el Jonhy levantó sus ojos sorprendidos hacia mi.

-¿Qué estás haciendo? - me preguntó pasmado.
-¡TE SALVO LA VIDA! - respondí mientras soltaba en caída libre a Tury sobre la entrepierna del vampiro - ¡YA ME LO AGRADECERÁS DESPUÉS!

Y diciendo esto le asesté a Ervigio un soberbio puñetazo en todo su inmortal rostro.

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