Blogia
diariodeunavampiresanovata

Afortunadamente, Dios crea cualidades y las reparte equitativamente (eso dice mi yaya). A Ervigio le había dotado de un gran apetito sexual, pero evidentemente carecía de dotes de seducción. Gozaba también de la vida eterna, pero la malgastaba en un oscuro y sucio cementerio de la ciudad. Y era rápido como un guepardo, pero falto de gracia y agilidad como un elefante en un cacharrería (otra sabia sentencia). En resumen, que así como rápidamente se abalanzó hacia nosotros, rápidamente se lío con los pantalones por las rodillas y como un saco de patatas muertas cayó sobre el suelo, clavando los colmillos (ya que mantuvo la boca abierta en todo momento) en el marmol blanco.

Así en el suelo encallado, mi primera reacción fue huir como un conejillo asustado, pero ya tenía medio pie fuera de la cripta, cuando vi que el Jonhy había sacado del bulto que cargaba el crucifijo del dormitorio de sus padres. Por mi cabeza se cruzó la idea de que estaba como una chota al tratar de enfrentarse con un vampiro furibundo, pero ese pensamiento fue sepultado rápidamente por el pique infantil que nos traemos desde chavales. Si el albondiguilla-pelo-pincho se quedaba para capturar un vampiro, yo no iba a ser menos. ¿Quién podría aguantarlo después si conseguía hacerlo el solito?

Me giré y volví corriendo al lado del Jonhy que se había puesto con un pie a cado lado cuerpo sin vida de Ervigio mientras le zapateaba la cruz sobre la espalda gritando:

- Vas a quedarte quieto maldito vampiro y a hacer lo que te digamos.

- No le llames maldito- susurré por lo bajo mientras sujetaba las cadenas que me había pasado y rodeaba con ellas los pies y manos de mi futuro creador- piensa que me va convertir y después seré su dama de negro hasta la eternidad.

El no-muerto me dirigió una mirada extrañada desde el suelo mientras desincrustaba al fin los colmillos del piso y escupía con insitencia cachitos de mármol o quizás dientes. No lo llegué a distinguir bien porque la luz de las velas todavía no son suficientes para mi pobre mirada humana.

- Sí, sí, sí. Ya me conozco todo el rollo, pero date prisa en atarlo bien porque parece que el tío se encuentra menos grogui.

- A un vampiro nunca se le llama tío - le dije alzando la voz y en un tono todo lo seco y rabioso que pude - Oscura Alteza, Señor de las Tieblas, Real Criatura de la Noche...

- Bla, bla, bla... - me ridiculizó la albondiguilla  a la vez que aireaba sus calzoncillos Unno al agacharse para meterle ajos en la boca a Ervigio y cerrársela después con cinta americana - Le llamo como me sale de mis Oscuras Altezas. Anda cuélgale este crucifijo del cuello, para que se debilite un poco porque empieza a moverse y aunque no sea muy listo, se le ve fuertecillo al chaval.

- Ya voy, pero que quede claro que no soy tu criada - respondí mientras le dejaba caer un baratija plateada en forma de cruz con cristalitos blancos y rojos que la madre del Jonhy había comprado vía teletienda.

Esa pobre mujer carente de gusto, que no sólo no usa ni una sóla prenda negra sino que además se siente atraída irresistiblemente por el rojo y el naranja, ha arruinado ligeramente la economía familiar con sus compras compulsivas. El padre de Jonhy pagó el año pasado 8000 € en estúpideces varias y según me han dicho tuvo que hacer muchísimas horas extras en su "negocio", sea el que sea este.

- Bueno, Jessi, los pantalones se los subirás tú, ¿no?.

Miré hacia el vampiro que tirado en el suelo seguía todavía con el culo al aire.

- Supongo que sí... Somos almas gemelas y todo eso... Imagino que no será una falta de respeto, vamos.

- No, mujeeeeerrr - sonó algo sarcástico - sería peor llevarlo por la calle así, ¿no crees?

¿Llevarlo por la calle?. Eso no se me había pasado por la cabeza. ¿Sacarlo del cementerio?

- ¿Y en dónde lo quieres poner? - le dije finalmente.

- Pues no se... - vaciló - Quizás en el sótano de tu abuela.

Miré al Jonhy dubitativa. A veces ese chico callado que me había acompañado prácticamente en todas mis aventuras desde que era pequeña me sorprendía con su geniales ideas.

Evidentemente ésta no era una de ellas...

0 comentarios