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diariodeunavampiresanovata

Entonces, se armó la gorda.

 

Un grupo bastante numeroso de chupasangres devotos, perteneciente a los que en un inicio me querían matar, ahora se postraban de rodillas, adorándome. El resto de los primeros todavía mantenían que aquello era un truco mío por el que se me debía ejecutar. Y una última facción se mostraba indignada, recriminándole al Consejo el engaño al que habían sido sometidos durante siglos.

 

Titina, por su parte, que tenía una opinión propia al respecto, arrebatando la estaca de la mano del enano, se acercó para hacérmela saber. Al ver la determinación de su avance, retrocedí, dando un paso en falso, y, al caer sobre mis posaderas, aplasté el mando a distancia de los focos que iluminaron brevemente la estancia, como un flash fotográfico.

 

-¡¡¡NOOO!!! - desde el fondo de sala, un grito desaforado y unas pisadas paquidérmicas captaron la atención de Brigitte- ¡HA SALIDO EL SOL!, ¡ES UN MILAGRO! -y por cierto, que había más voces que también lo coreaban- ¡HA SALIDO EL SOL!, ¡ES UNA SEÑAL!, ¡¡¡¡¡NO TOCARÁS A LA UNGIDAAAAAAAAAA!!!!!

 

De los dos gigantescos gorilas que controlaban la entrada, uno se había unido a las huestes mesiánicas y venía galopante, derechito hacia nosotras, decidido a no consentir que la rubiteñida me rozase ni uno solo de los solitarios pelos que todavía se aferraban a mi desértico cuero cabelludo.

 

-¡Oh, oh, oh, oh!...

 

Exactamente eso fue lo último que dijo Titina antes de que el vampiro XXL se la llevase por los aires.

 

-¡¡¡OUCHHHHHH!!!

 

Fue el sonido que produjeron sus pulmones estampados contra el suelo, bajo la presión de las toneladas del cuerpo de mi defensor.

 

-No,... no,... ¡no, no, no!

 

Nada más que 5 noes pudo gemir antes de que el segundo portero, alistado en las filas pro-Alcaldesa-muerte-a-la-Bruja, saltase sobre el primero, que a su vez se hallaba encima de la regidora, quien, desaparecida bajo los desbordantes volúmenes de mi gorila protector, únicamente lograba mover su oxigenada cabecilla con relativa libertad.

 

Una vez orientada tan magna azotea en mi dirección, mientras la muy víbora la erguía con agresividad, comenzó el chorreo de “che foig argf macharf”, “fas argf mofirgf”, “grfargfargfffgurfgrfarggufgrrrrrrrrr” y otros diversos gruñidos incomprensibles que no me molesté en traducir porque ¡HABÍA QUE DARSE EL PIRO!.

 

Aprovechando que el enano asesino estaba desconcertado, desarmado e indeciso sin saber a qué facción afiliarse, me lancé desde lo alto del patíbulo a la pista de baile dejando a la rubiteñida más que planchada con el bufido en la boca.

 

-La Bruja Naranja está huyendo. ¡Detenedla!. ¿A qué esperáis?. ¡DETENEDLA Y ACABAD CON ELLA!

 

Los acusicas del jurado, apostados en sus cómodos butacones, habían comenzado a alentar a los vampiros que todavía le eran fieles para que ellos se encargasen del trabajo sucio y me mandasen a criar malvas de una buena vez. Afortunadamente, el bando de chupasangres desencantados se había abalanzado definitivamente sobre el Consejo y, aunque la edad era un punto a favor de sus miembros, la batalla estaba resultando tan reñida (gracias a la ventaja numérica de los indignados) que los jurados iban a estar callados un buen rato.

 

-¡El Consejo tiene razón! -vaya hombre,... la semillita del exterminio había germinado en mis detractores- ¡Hay que acabar con la homicida!, ¡ajusticiemos a la asesina de Sir Thomas!

-Sí, sí, ¡démosle una lección!

-¡Hay que estacarla!.

-Sí, sí, ¡que se entere que no puede matar al Alcalde de los vampiros así como así!

 

E iba a comunicarles que si era por eso, que no se molestasen en espicharme, que ya yo lo había entendido todo y que muerta no lo iba a entender mucho mejor, cuando los fieles de la hermandad de la Ungida se pusieron en pie la mar de ofendidos.

 

-Mucho ojo con lo que queréis hacer, ¡a nuestra Señora no se le toca!.

-¿Ah, no?

-¡No!. Ella es la Enviada y no le pondréis un dedo encima.

-¿Ah, síÍÍíí? ¿Y quién lo va a impedir?

-Nosotros.

-¡Seguro! ¿Vosotros y cuántos como vosotros?

-Nosotros solos.

 

¡PLAF!

 

Uno de mis educados defensores había sacado un guante blanco de su chaqueta y le había cruzado la cara a su oponente con mucha dignidad. Después, unos cuantos “esto es un ultraje”, “plaf, plaf”, “exijo una satisfacción”, “plaf, plaf, plaf” y los dos bandos habían acabado liados a guantadas (en el sentido más literal de la palabra). Que ha de ser lo más “In” entre los murciélagos de la Jet, pero que distaba una barbaridad de la estopa que se repartía en la zona del Consejo y de la leña que se habían metido Sir Thomas y Brigitte el día de su épica batalla.

 

Fuese como fuese, a guantazos o a leche viva, lo cierto es que todos lo vampiros de mi entorno estaban realmente absortos en sus propios asuntos, así que yo, que me caracterizo por una gran discreción, me puse a cuatro a patas iniciando un rápido gateo hacia la puerta de salida.

 

Cuando ya alcanzaba mi meta me detuve brevemente para analizar cómo se desenvolvía aquel dispar intercambio de opiniones y aunque no me paré mucho, Siervos de la Noche, os diré que los oponentes estaban siendo algo más que vehementes.

 

El vejete del Tribunal trataba con insistencia de desgarrarle el cuello a una recatada vampiresa del Tea Party sobre la que estaba encaramado incrustando ambas manos en el matorral de pelo que la buena señora había cardado a base de kilos de laca. A cambio, un caballero muy agraviado le arreaba sillazos en el caletre, de forma que el respaldo metálico del asiento (porque en el WoW, maderitas las mínimas) había comenzado a tomar la forma del colodrillo del abuelo.

 

Incluso en el área más comedida de la pista, se habían abandonado los guantazos y, entretanto dos histéricas se arrancaban los cabellos a puñados, un par de distinguidos chupasangres se propinaban patadas en las canillas al tiempo que se mantenían a distancia sujetándose por los antebrazos uno al otro.

 

De repente...

 

-Aaaaaarrrrrggggggg...

 

Un lamento desgarrador me llegó desde lo alto del patíbulo, donde mi defensor, aún sufriendo el acoso de su compañero, había empezado a aporrear la cabeza de la Alcaldesa contra el escenario a modo de inmenso tambor de galeras.

 

Clong, clong, clong.

 

-Aaaaaarrrrrrrggggggg...

 

La pobre Titina... Si alguna vez había sido fina y elegante, ahora (molida a palos, sepultada por aquellas moles), de elegante nada, pero ¿fina?, había quedado más fina que el papel de fumar.

 

-Aaaaaarrgggggggg... Mariiiiiposiiiitaaaaaaa...

 

Entonces me di cuenta de que la “encantadora” chihuahua color camel, estaba precisamente con su hocico pegado a mi culo, después de haberse atravesado todo el local guiada por el aroma a sangre hiperoxigenada.

 

 

Sin embargo esta vez yo no pensaba secuestrarla. En caso de que Brigitte saliese airosa de aquel jaleo, no le iba a dar escusas para que me persiguiera toda la eternidad en busca de su adoradísima Mariposita.

 

Estaba decidido. La vamperra se quedaba. Así que me levanté como un resorte y, justo antes de traspasar la salida, clavé autoritariamente mis ojos en el bicho para soltarle unos “Platz” lo más jefe de la manada que pude.

 

Platz!, ¡platz!, ¡platz!

 

Al cerrar la puerta de la Trade, el maldito animalito estaba sentado justo a mi lado.

 

3 comentarios

Ciocio -

Estimada Jessi,
En mi comentario anterior le debo únicamente al corrector ortográfico de mi ouija-tablet el haber preguntado tan descortésmente por tus desnudos. Mi pregunta era que en que curso (no desnudo) se da lo del eje x e y, que no me suena.

Por otro lado veo que has adoptado a un vampiperro. Pues que sepas que según la normativa municipal lo tienes que chipear, vacunar y cuidar para toda su vida, que en este va caso parece que será toooooda la eternidad. Ahí es ná.

Pero qué ha sido del Johny? tienes que ir a buscarlo ya, pero antes chúpale un poquito de tuétano a tu nueva mascota par recuperarte algo y no reencontrarnos tú con esa pinta y medio calva, no le vaya a dar un síncope al muchacho.

Jessi -

Soy la Elegida, la Ungida. Para ser exactos, mi queridisísisisisima Sara, ¡¡¡SOY LA CAÑA!!!, ¡¡¡LA CA-ÑA!!!.

Que se ha tardado años en reconocérseme como tal, cierto, que he sufrido muchas veces relegada a la sombra de mi albondiguilla, cierto también. Pero ha llegado mi hora y la Jessi acaba de demostrarle al mundo entero que con su portentoso cerebro es capaz de plantarle cara al Consejo, a la Alcaldesa y, si es necesario, al Presidente del Gobierno vampírico.

¡Ea! Éste es el inicio de una nueva era. JESSICISMO YA ESTÁ AQUÍ.

La Jessi (YO, y punto).



Sara -

¡¡¡Que follon has liado!!!, ¡menos mal que te has salvado por los pelos!, y encima ahora tienes seguidores y el chihuahua te adora ¡que afortunada eres! jajajaja, ¿seguro que te has librado de los chupasangres? al fin y al cabo eres "la Elegida".

Tu sierva Sara